Parte de la identidad de los países sudamericanos radica en su apego por las tradiciones ancestrales. Estas están siempre presentes en la gastronomía, la religión, las celebraciones y los pasatiempos. Entre estos últimos, no cabe duda que uno de los más populares en América Latina es la pelea de gallos.
Pelea de Gallos En la naturaleza, los parientes del gallo doméstico peleaban por el control de las hembras y el dominio del territorio: Aunque la tradición ha sido pasada oralmente de generación y no existe un registro exacto de cuándo la pelea de gallos se convirtió en espectáculo, si es conocido que los chinos comenzaron a domesticar los gallos para alimento alrededor del año 1400 a.C. Es probable que el ser humano primero haya utilizado el gallo para combates, y luego para la carne y los huevos. Si esto es así, hace más de 3.400 años que la valentía del gallo de pelea es admirada por los hombres. Ahora, a las puertas del tercer milenio de la Era Cristiana, el pasatiempo más antiguo de la historia sigue vigente.
En Ecuador estos espectáculos son predilección tanto de la Sierra como de la Costa.
Poblaciones como Cayambe y San Antonio de Pichincha disfrutan mucho de esta actividad y son conocidas por ello.
En Bolívar las peleas son parte infaltable del Carnaval de Guaranda y en Loja se las ve durante las fiestas de la Virgen del Cisne.
En Manabí las peleas se multiplican a lo largo de las celebraciones octubrinas, aunque en algunos sectores no necesitan de ningún pretexto y los gallos son rutina de fin de semana, o de la tarde de los jueves. Muchos pueden asumir que se trata de una fiesta popular, pero no es extraño ver a grandes personajes del país, ex presidentes o políticos de renombre,
entrar a las sórdidas galleras de pueblo con guardaespaldas armados y su animal bajo el brazo.
Durante horas su única preocupación es cotejar peleas, vitorear, beber y apostar por las violentas aves. Muchas veces los gallos son importados de países tan distantes como España o Inglaterra.
Gallera privada dentro de una hacienda en El Cármen - Manabí
Hay muchas cosas interesantes que no todo el mundo conoce acerca de esta tradición. Una de ellas es que el gallo, cuando pelea, no lo hace ' a mano limpia'. En las patas se les calza unas espuelas para que cada golpe haga más daño al contrincante. Estas se fabrican de carey, de hueso de pescado y, en la actualidad, también de plástico. En el pasado incluso se utilizaban puntas de cuchillo. También era común que muchos galleros pongan veneno en las espuelas de su gallos para que el otro muera más rápido. Ahora, el juez limpia el pico y las espuelas de ambos gallos con limón antes de la pelea para así eliminar cualquier sustancia nociva.
Apostar a los gallos es un arte para algunos y una ciencia para otros. Los apasionados son capaces de jugarse todo en una arena de pelea y salir mendigos o millonarios luego de pocos segundos. No hay necesidad de documentos legales que obliguen al cumplimiento de la apuesta, ya que es hecho respetado que "palabra de gallero, es palabra de caballero".
Apostar a los gallos es un arte para algunos y una ciencia para otros. Los apasionados son capaces de jugarse todo en una arena de pelea y salir mendigos o millonarios luego de pocos segundos. No hay necesidad de documentos legales que obliguen al cumplimiento de la apuesta, ya que es hecho respetado que "palabra de gallero, es palabra de caballero".
Cotejando gallos en Tabacundo.
Los aficionados frecuentes tienen desarrollado un instinto tanto para los gallos como para los apostadores. A pesar de la confusión que en ocasiones reina en una gallera - un pequeño recinto lleno de gente, gritos, humo, alcohol y el olor concentrado de sudor, sangre, y animales- los sabios pueden reconocer a distancia un "salado". Se conoce con este calificativo a la persona que sin duda perderá sus apuestas. Puede ser un novato, un extranjero o alguien que no sepa del tema, pero su aspecto lo delata. Así, los que están dudando de cual gallo ganará simplemente se acercan a un salado y apuestan contra él.
Los aficionados frecuentes tienen desarrollado un instinto tanto para los gallos como para los apostadores. A pesar de la confusión que en ocasiones reina en una gallera - un pequeño recinto lleno de gente, gritos, humo, alcohol y el olor concentrado de sudor, sangre, y animales- los sabios pueden reconocer a distancia un "salado". Se conoce con este calificativo a la persona que sin duda perderá sus apuestas. Puede ser un novato, un extranjero o alguien que no sepa del tema, pero su aspecto lo delata. Así, los que están dudando de cual gallo ganará simplemente se acercan a un salado y apuestan contra él.
Cotejando gallos en Santo Domingo de los Colorados
De este modo se tiene prácticamente asegurada la victoria. Aprender a apostar parece lo más fácil, pero hasta en esto hay que tener experiencia. El primer paso es "cotejar" a los gallos. Es decir, los criados pactan una pelea con un gallo que se "coteja" del suyo.
Este proceso puede llevar mucho tiempo hasta que los dueños se animen, pero a medida que hay más gallos y más licor, las peleas se pactan más fluidamente.
Muchos aspectos deben tomar en cuenta los galleros antes de invertir en un gallo. Algo muy interesante es la casta, pues no todos los gallos son de pelea inclusive entre éstos últimos, las diferentes razas presentan diferentes características. Cuando se crían gallos para pelear, los expertos buscan características específicas, como fortaleza, resistencia, velocidad y puntería. Cada raza tiene sus características peculiares. En casi todos los países latinoamericanos se usa el gallo de tipo español, que es fiero, "tinoso" (con buena puntería) y nunca renuncia a un combate por cobardía. Tiene un desarrollo sexual rápido y puede pelear desde muy temprana edad, pero es recomendable esperar por lo menos hasta los quince meses para que esté más maduro y pueda resistir más golpes. Pero los gustos entre los galleros también varían. Los Palma Seca del Brasil son preferidos por algunos por su combinación de tino y resistencia. Hay mexicanos, chilenos, los afamados Old English Game de Inglaterra o los codiciados Assel de India, famosos por llegar a pelear hasta doce horas seguidas. A la raza criolla, cuyo mayor mérito es la resistencia, se le conoce como "curiquingues" por la creencia popular de que los gallos de pelea viven de la cruza entre el curiquingue de los páramos y la gallina ponedora. Por último están los gallos que son una cruza indefinida entre las diferentes razas, desaliñados y con poca presencia, a los que apropiadamente se los ha llamado "guaruchos". Habiendo dicho lo anterior, la cría de un ave de combate es fundamental para desarrollar sus características. Antes y durante el proceso de reproducción, tanto el gallo como la gallina deben estar en estado óptimo de salud. Además, es preciso mantener conocimiento absoluto de los progenitores de los nuevos pollos: si una gallina es adecuada para un gallo en especial y su prole cumplirá con las expectativas. Hay muchos métodos para
castar natural o artificialmente, y existen varios tipos de cruces para fijar las cualidades deseadas.
De este modo se tiene prácticamente asegurada la victoria. Aprender a apostar parece lo más fácil, pero hasta en esto hay que tener experiencia. El primer paso es "cotejar" a los gallos. Es decir, los criados pactan una pelea con un gallo que se "coteja" del suyo.
Este proceso puede llevar mucho tiempo hasta que los dueños se animen, pero a medida que hay más gallos y más licor, las peleas se pactan más fluidamente.
Muchos aspectos deben tomar en cuenta los galleros antes de invertir en un gallo. Algo muy interesante es la casta, pues no todos los gallos son de pelea inclusive entre éstos últimos, las diferentes razas presentan diferentes características. Cuando se crían gallos para pelear, los expertos buscan características específicas, como fortaleza, resistencia, velocidad y puntería. Cada raza tiene sus características peculiares. En casi todos los países latinoamericanos se usa el gallo de tipo español, que es fiero, "tinoso" (con buena puntería) y nunca renuncia a un combate por cobardía. Tiene un desarrollo sexual rápido y puede pelear desde muy temprana edad, pero es recomendable esperar por lo menos hasta los quince meses para que esté más maduro y pueda resistir más golpes. Pero los gustos entre los galleros también varían. Los Palma Seca del Brasil son preferidos por algunos por su combinación de tino y resistencia. Hay mexicanos, chilenos, los afamados Old English Game de Inglaterra o los codiciados Assel de India, famosos por llegar a pelear hasta doce horas seguidas. A la raza criolla, cuyo mayor mérito es la resistencia, se le conoce como "curiquingues" por la creencia popular de que los gallos de pelea viven de la cruza entre el curiquingue de los páramos y la gallina ponedora. Por último están los gallos que son una cruza indefinida entre las diferentes razas, desaliñados y con poca presencia, a los que apropiadamente se los ha llamado "guaruchos". Habiendo dicho lo anterior, la cría de un ave de combate es fundamental para desarrollar sus características. Antes y durante el proceso de reproducción, tanto el gallo como la gallina deben estar en estado óptimo de salud. Además, es preciso mantener conocimiento absoluto de los progenitores de los nuevos pollos: si una gallina es adecuada para un gallo en especial y su prole cumplirá con las expectativas. Hay muchos métodos para
castar natural o artificialmente, y existen varios tipos de cruces para fijar las cualidades deseadas.
Gallo Alejandro Melo "Yamilí" importado de República Dominicana Propiedad de TRABATRES
El pollo de pelea necesita cuidados especiales. Por su fiereza y su raza, los pollos se golpean y pueden llegar a matarse entre ellos a una edad temprana. Sin embargo el gallo de lidia no debe comenzar a pelear hasta cuando éste sexualmente desarrollado; los machos deben ser separados de las hembras algunos meses para retrasar así su completo desarrollo. Los pollos son colocados en un "machero", donde pueden hacer ejercicio y no tiene ningún contacto con las gallinas. Una vez que están "armados", se echan a pelear con otros de su misma edad y peso en combates cortos. Aquí seleccionan a los dotados con las mejores cualidades, los mismos que deben ser desbarbados, descrestados y recortados. Los pollos escogidos pasan por un exhaustivo período de entrenamiento con carreras, pesas, equilibrio en la soga, máquinas de correr, piscinas para nadar, traqueo manual y demás técnicas. El entrenamiento debe ser progresivo y nunca exponer al animal a un entrenamiento brutal, pues podría morir.
Rude Vallejo hijo de Christian Vallejo Erazo con su gallo irlandés en Quinta Alejandrina en La Esperanza,
hay muchos niños que asisten al espectáculo en todo el país.
Gallos de Pelea
Así como muchos propietarios de tierras y personas de dinero se dedican a criar caballos o ganado, una minoría prefiere la cría de aves de pelea. Es una actividad que requiere de un gran trabajo, y no se descansa ni los fines de semana ni los feriados. Todos los días hay que estar pendiente de cada gallo, de su alimentación y de cómo se va desenvolviendo. También se necesita una considerable inversión, pues aparte de la infraestructura necesaria, alimentación, viajes y demás, muchas veces se importan del extranjero los gallos reproductores, los sementales o las gallinas. Sin embargo, para el
buen criador y comercializador, la cría de gallos puede resultar muy rentable.
Pollo listo para descrestar.
No es para nada fácil criar un buen gallo para pelea. Es necesario tener conocimientos de su biología, sus genes, sus raíces. Hay que saber de alimentación, de medicina deportiva y de primeros auxilios. Por eso, no es complicado conocer a un verdadero amante de los gallos cuando se lo ve. Aquel que ama su porte, su fuerza, su forma, su alevosía, su pluma brillante, se dedica de lleno a su cría, se preocupa por sus animales como si de sus hijos se tratara. En las galleras, entre machos y forajidos se puede apreciar, como una ironía la ternura y el cariño que siente un gallero de corazón por su animal. Las peleas de gallos son una de las pocas actividades que se sigue practicando desde tiempos inmemorables sin mayor cambio de su esencia. Mientras los animales no sean sustituidos por máquinas a control remoto, estos gladiadores seguirán presentes en las fiestas populares como uno de los últimos bastiones de la cultura tradicional.
Gallos en cuido en Santo Domingo de los Colorados.
Ernesto Arosemena / Terra Incógnita